Si existe algo que me guste más que cocinar, es comer. De hecho creo que por ahí me viene la pasión por la cocina, por mis ganas de meter la manaza para hacer las cosas a mi gusto y probar cosas nuevas. Adoro probar nuevos sabores, nuevas texturas… Me encanta ver emplatados originales. Hay determinados olores que me transportan más allá del lugar y del tiempo en el que estoy. Y de hecho, lo que más me identifica es mi forma de querer. QUERER COCINANDO.
No soy una persona cariñosa al modo tradicional y los míos lo saben. Por lo que no esperan que en un arrebato les vaya a dar un abrazo del oso, pero saben que en lugar de eso les voy a aparecer con su plato preferido, con un postre chulo, o con una crema de verduras los días de frío.
Soy una despegada, lo sé, pero es mi forma de ser, es MI FORMA DE QUERER. Con esto solo quiero que entiendas lo mucho que significa la cocina para mí y lo que disfruto tanto haciéndola como comiéndola. Por eso quizá te choque lo que te voy a contar.
¿No te parece que comemos demasiado?
Desde que la cocina se ha vuelto un ARTE (sí, en mayúsculas) me da la sensación de que nos pasamos la vida comiendo. No hay evento social que no pase por ponerse como el kiko. Así, por simplificar, digamos que hace unos años se comía más “por sobrevivir” y ahora se come más ” por socializar”. Sí, desde los griegos y los romanos ya hablamos de la comida como acto social, y la ostentación y desproporción del barroco difícilmente se va a volver a repetir pero, entiendes a lo que me refiero, ¿no?
Y sí, es genial que la cocina por fin esté en el sitio que debería estar pero a mí hay veces que me da mucha pena. Y siento hablar de estas cosas por aquí pero es lo que me sale. Me da mucha pena que mientras nosotros nos ponemos como el kiko haya gente que no tiene ni un vaso de agua para beber. ¿Tiene sentido que te esté contando esto? Quizá no, pero es lo que hay.
Sea como sea, debido a la fastuosidad de la cocina, cada vez es más la gente que se suma a la comida un poquito más saludable. Cada vez son más los que caen en la cuenta de que nos estamos pasando un poquito y deberíamos dejar esas comilonas para ocasiones especiales. Cada vez hay más “comedores sociales”. No, no te hablo del edificio, estoy haciendo un símil con los “fumadores sociales”. Y sí, yo soy una de esas. En mi día a día me gusta comer ligero saludable y con cabeza, y los excesos ya los dejaremos para las fiestas del querer.
Por eso hoy te traigo esta receta, porque creo que te va a resultar una opción interesante para un desayuno o una merienda. Créeme cuando te digo que estas tortitas de avena no tienen nada que envidiar a las típicas tortitas americanas que vemos en las pelis y que se hacen normalmente con preparados industriales.
Quiero que veas que la fruta es un buen endulzante cuando te quieras quitar de azúcares refinados, o de azúcares en general.
Quiero que veas que la yema del huevo está cojonuda para mojar con pan, pero que la clara también cuenta. Que sin tener grasa nos va a cuajar unas tortitas saludables en un santiamén.
Y quiero que veas que hay más opciones que la harina de trigo. La avena es una opción muy buena y que aporta mucha fibra. Hoy, en concreto, te traigo estas tortitas con salvado de avena, pero también puedes hacerlas con copos de avena. Simplemente ajusta la cantidad para conseguir una masa con el mismo grado de espesor que te enseño. Como los copos de avena son más grandes que el salvado quizá tengas que echar 3 cucharas de avena en lugar de 2 cucharadas de salvado. Pero ya ves que el quebradero de cabeza es mínimo.
Ingredientes:
- 3 claras de huevos.
- 2 cucharadas de salvado de avena.
- 1 plátano maduro.
- Mantequilla para engrasar la sartén.
Elaboración:
- Si usas claras pasteurizadas, agrégalas al vaso de la batidora. Si vas a usar huevos separa las claras de las yemas como te enseñé en la crema de turrón, es la manera más higiénica. Conserva las yemas de huevo en la nevera y echa las claras en el vaso de la batidora.
- Añade el salvado de avena y el plátano pelado.
- Tritura hasta tener una mezcla homogénea.
- Pon una sartén antiadherente a fuego medio y engrásala con un poco de mantequilla.
- Cuando esté caliente, vete echando la masa en porciones del tamaño que quieras.
- Cuando veas que la mezcla ya no está líquida por la superficie dale la vuelta con la ayuda de los espátulas.
- Cuando estén hechas por ambas partes sácalas y ponlas sobre papel absorbente para quitar el exceso de grasa.
- Sirve tal cual o con un poquito de miel.
Notas.
- En lugar de 3 claras puedes usar 1 clara y 1 huevo, pero tendrán mas grasa.
- Si quieres que queden más esponjosas puedes agregar a la mezcla media cucharadita de levadura química o polvos de hornear (la levadura Royal de toda la vida), pero quedan muy ricas así.
- Si quieres puedes aromatizar la masa con un poquito de canela en polvo, esencia de vainilla…
- Puedes aprovechar las yemas para hacer una crema de turrón, unas natillas…
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