Ay, la mermelada, ¡qué loca me vuelve la cabeza!
Nunca jamás me ha gustado la mermelada. Es exageradamente dulce, y no me gustan las cosas demasiado dulces. Pero me encanta hacerla. ¿Tiene sentido?
Es tan fácil de hacer y queda tan bonita es sus tarros… ¿Sabéis como sí que me gusta la mermelada? Cuando la acompaño de queso frito. Queso con un poquito de mermelada. Siempre tengo que contrarrestar con algo salado. Y es que es tan, tan, tan dulce, que la echemos donde la echemos, si echamos más de un poquito, camufla el sabor de todo lo demás. Esa es otra de las razones por las que le tengo tanta tirria. Pero la mermelada mola.
No sé por qué cuando pienso en mermelada pienso en los desayunos que me hacía de peque. Y digo no sé por qué porque evidentemente no llevaban mermelada. Recuerdo con especial cariño los desayunos de los fines de semana. Los fines de semana, días en los que no teníamos que ir corriendo a clase calle arriba colgando de las manos de mi madre como dos monitos. Había tiempo, tiempo para ponernos morados.
Íbamos a la tienda que teníamos debajo de casa y comprábamos pan del Musel. ¿Qué es el pan del Musel? Pues no tengo ni pajolera idea. No sé si era un tipo de pan, de tienda, o qué. Pero se llamaba así. ¡Y estaba buenísimo! No necesitaba más que la barra de pan y margarina. Y ¡hala! Nos ventilábamos la barra. ¿Mermelada para qué? ¿¿Para que me camufle el sabor del pan?? ¡Ni loca!
Sé que muchos pensaréis que la locura es la mía pero soy así de cuadriculada, ¡qué le voy a hacer!
Pero si no te gusta la mermelada, ¿por qué nos traes mermelada?
Pues porque vamos a aprender de todo y, entre vosotros y yo, esta mermelada mola.
Como sabréis la mermelada no es más que una mezcla de fruta con azúcar. Y, normalmente, esta cantidad de azúcar es muy alta. Pero hoy, vamos a saltarnos las reglas y vamos a reducirla un poquito. Pero antes, un poco de teoría.
Cuando pensamos en una elaboración de fruta y azúcar nos viene a la cabeza la mermelada. Pero no siempre es así. Una cocción de fruta y azúcar también puede ser una compota, una confitura, un coulis, una jalea, una gelatina… Vamos a ver un poco qué es todo esto y cómo lo distinguimos.
- Compota. La compota de frutas es una elaboración que se hace con azúcar y fruta en trozos grandes y se cuece en un jarabe (disolución de azúcar y agua) o vinos azucarados. La proporción de azúcar oscila entre 300-500 gr de azúcar por kilo de fruta.
- Mermelada. La mermelada es la elaboración más dulce. Se puede hacer con la fruta entera (en el caso de ser piezas pequeñas como las fresas), con trozos grandes, pequeños, o con fruta triturada. Se caracteriza porque la proporción de azúcar es de 700-1000 gr por kilo de fruta. Para ser considerada mermelada, además, ha de contener un mínimo del 30% de fruta. Con esto nos referimos a las que se comercializan, que llevan de todo menos fruta. Si llevara un 50% o más hablaríamos de mermelada extra.
- Confitura. Se caracteriza por hacerse con pulpa o puré de fruta y por llevar un mínimo del 35% de fruta. Si llevase más del 45% se calificaría como confitura extra.
- Coulis. Un coulis es una especie de salsa densa que se hace con fruta triturada. La proporción de azúcar es de 300-500 gr por kilo de fruta.
- Jalea. La jalea es una mezcla de azúcar y zumo de frutas que se condensa hasta que queda con aspecto gelificado.
- Gelatina. Aquí ya interviene un nuevo ingrediente. La gelatina. Mezcla de zumo o puré de frutas, azúcar y gelatina. Las proporciones suelen ser 250 gr de zumo o puré de fruta, 180 de azúcar y 4/5 hojas de gelatina.
Teniendo en cuenta todo esto veréis que esta mermelada no cumple los requisitos establecidos, ya que usaremos un 30% de azúcar en relación con la fruta. ¿Y eso no es un coulis? No. El coulis es mucho menos denso que la mermelada, es más un tipo de salsa un poco densa, y no tiene los tropiezos que puede contener la mermelada. Así que simplemente diremos que vamos a hacer una mermelada con menos azúcar.
Ya sabemos que la mermelada es una mezcla de fruta y azúcar puesta al fuego. Tiene la particularidad de que cuando alcanza una determinada temperatura el ácido y la pectina de la fruta reaccionan con el azúcar, lo que facilita que al enfriarse la mezcla quede sólida. Por esto es necesario que la fruta que usemos tenga pectina. Frutas ricas en pectina son las manzanas, los cítricos y determinados frutos del bosque. La fresa no es una de ellas por lo que, en estos casos, necesitaremos una ayuda. Es por esto por lo que a las mermeladas con fruta que no contienen pectina se les añade un poquito de zumo de limón.
Y dicho todo esto vamos allá. No penséis que a mí me da la cabeza para dar con esta mezcla. ¿Mermelada de fresa y pimienta rosa? No, por el momento no me lo da, me queda mucho por aprender. Pero hay gente que sabe de esto y mucho más. Yo la he visto aquí, y por lo visto la cadena sigue y sigue. Os animo a que la sigáis porque merece la pena y estamos en plena temporada de fresas.
- 1 kg de fresas.
- 300 gr de azúcar.
- 1 cucharadita de postre colmada de pimienta rosa.
- El zumo de medio limón.
- Sin quitar los pedúnculos de las fresas las lavamos y las dejamos escurriendo, para que suelten el agua que puedan tener. Una vez escurridas quitamos los pedúnculos.
- Las ponemos en un bol grande y las rociamos con el azúcar, revolviendo a continuación con una cuchara de madera para que se mezcle bien. Dejamos reposar toda la noche.
- Transcurrido este tiempo removemos bien. El azúcar habrá extraído parte del líquido de las fresas y se habrá disuelto en él, por lo que tendremos una especie de almíbar. Ponemos a fuego medio.
- Cuando empiece a hervir se formará una ligera espuma, que iremos quitando con ayuda de una espumadera o una cucharita. Bajamos a fuego suave hasta que tenga consistencia de mermelada, hora y media aproximadamente.
- Añadimos el zumo de limón y seguimos cociendo un poco más, hasta conseguir la textura deseada.
- En un mortero machacamos ligeramente la pimienta rosa, añadimos y mezclamos. Apartamos fuego, vertemos en los tarros y dejamos enfriar.
- Mermelada de fresa a la pimienta rosa
Notas.
- No os asustéis, ¡LA PIMIENTA ROSA NO PICA! Es aromática.
- Si queremos conservarla durante un tiempo podemos envasarla en los tarros al vacío. Si la envasamos en cuanto esté hecha no habrá necesidad de hacer el baño María. La metemos en los tarros mientras esté aún caliente, cerramos bien y le damos la vuelta. La dejamos así hasta que enfríe sin tocar. El vacío se hará solo.
- Si preferimos asegurarnos, hacemos un baño María con los tarros. Los cerramos y los colocamos en una cazuela con un trapo en la base de la misma para que no golpeen el suelo y no se dañen. Echamos agua fría hasta justo antes de la tapa y dejamos hervir 20 minutos a partir de que comience la ebullición. Apartamos del fuego, dejamos templar y sacamos. Sabremos que el vacío está correctamente hecho si la tapa cede a la presión y al abrir suena un “plop” como en las conservas industriales.
¿Sabías que… ?
La pimienta rosa también se conoce como falsa pimienta. Su sabor es muy suave por lo que nunca podría usarse como sustitutivo de la pimienta negra, blanca o verde.
Lucía dice
Increíble! Sale como la comprada pero mejor, mas natural. La he hecho ya dos veces, de fresa y de ciruelas rojas, me encanta. Muchísimas gracias por la receta!
Ana dice
¡Mil gracias Lucía! No sabes que ilusión me ha hecho. Te entiendo perfectamente. Una vez le dije a un amigo que me dio a probar una mermelada hecha por él: “Qué buena, parece comprada.” Y le pareció un poco mal jajaja. Pero nada que ver con mi intención. Todo lo contrario. Estamos acostumbrados a la mermelada industrial y la casera no solo da el pego sino que es mil veces mejor. Mil gracias por tus palabras. Un abrazo.