Admitámoslo, vivimos en la sociedad del aparentar, y el mundo de la cocina, no iba a ser menos. Nos encanta poner nombres imposibles a las cosas más sencillas. Y digo “nos” por solidarizarme, porque a mí ni me gusta ni me va. Y eso que es muy fácil tirarse el moco, ¡facilísimo! Hagamos las prueba:
Germen de gallinácea en jardín de tubérculos risolados.
Vamos, un huevo con patatas de toda la vida.
Chupito de hortalizas ibéricas al aroma de oliva.
Una ruina de vaso de gazpacho vaya.
Crema de cereales en infusión de cítricos y canela.
Hasta con un arroz con leche nos las podemos dar de listillos. Vale, igual me emocioné un poco y me pasé pero… no me digáis que no podríamos encontrarlo perfectamente por ahí.
Y es que los nombres en cocina dan para mucho. Luego está el otro extremo. Los nombres que son así porque sí, porque han cogido esa acepción con el tiempo y molan. Que también suena un poco más ¡Oh, la, la! de lo que son, pero molan. Tales como:
Pollo en pepitoria. Pollo guisado con almendras y azafrán.
Vichyssoise. Crema de puerros.
O la que vamos a ver hoy trucha a la navarra, que no es más que trucha con jamón.
Vamos a ello.
Ingredientes (para 1 persona):
- 1 trucha.
- 1 loncha de jamón serrano.
- 1 ajo.
- 1 ramita de perejil.
- 1 c/c de almendra fileteada.
- Unas gotas de zumo de limón.
- Harina para rebozar.
- Sal y pimienta.
- Aceite de oliva virgen para freír.
Elaboración:
- Limpiamos bien la trucha. Habremos pedido en la pescadería que nos la abran lo menos posible, porque es para rellenar. Secamos y salpimentamos por ambas partes. Reservamos.
- Cortamos la loncha de jamón en trozos más pequeños con las manos. Echamos en una sartén una cucharada de aceite, ponemos a fuego medio y, cuando esté caliente, añadimos el jamón. Queremos freírlo un poco pero sin que quede crujiente. Lo queremos más bien blando. Sacamos y secamos en papel de cocina para quitar el exceso de aceite.
- Rellenamos la trucha con el jamón, la enharinamos y le quitamos el exceso de harina.
- En la misma sartén, y con el mismo aceite (si fuera poco añadimos una cucharada o dos más), echamos el ajo pelado y entero. Su función ya sabemos que es doble. Por una parte le daremos al aceite un poquito de gusto a ajo y, por otra, nos avisará de la temperatura del aceite. Cuando el ajo empiece a dorar incorporamos la trucha.
- Hacemos un par de minutos por cada lado. Cuidado al darle la vuelta porque rompe fácilmente.
- Sacamos y emplatamos.
- En el aceite sobrante tostamos un poquito las almendras. Cuidado que no quemen, ya que amargan bastante. Sacamos y colocamos por encima de la trucha.
- Vamos ahora con el jugo. En el aceite que nos queda echamos unas gotas de limón. Mezclamos unos segundos al fuego y salseamos la trucha con el resultado.
- Decoramos con el perejil picado y servimos.
- Trucha a la navarra
Notas.
- Lo que caracteriza a la trucha a la navarra es el jamón y la fritura, así que el resto de ingredientes son opcionales, a vuestro gusto.
- La trucha se suele criar en piscifactoría, por lo que es común que la encontremos todo el año.
Y a vosotros, ¿se os ocurren nombres pijoteros con los que tirarnos el moco? Ya veis que es tan fácil como decir los ingredientes que lleva la receta y usar sinóminos y adjetivos, ¡hala! Vamos con uno para la trucha a la navarra.
Salmo relleno de ibérico con fruto del almendro laminado.
¿Sabías que…?
La trucha es el menos graso de los pescados azules.
Deja una respuesta