¡Aquí quería llegar yo!
Esta ensalada da curro pero… ¡está buenísima! Venga va, empiezo desde el principio que me emociono.
No soy muy fan de las ensaladas. Diría que no sé por qué, pero con el tiempo he descubierto que sí lo sé. Soy una rancia, no hay más. No me gusta el vinagre, el vinagre a pelo quiero decir. Por lo que nunca jamás en mi vida aliñaba las ensaladas. Mi teoría era la siguiente: no me gusta el vinagre y el aceite me gusta pero puedo prescindir de él, y si es todo grasa que se supone que no es buena, ¿para qué lo voy echar? Por favor, para pedir vez para darme un bofetón hagan cola.
¿Qué comía entonces? Ensaladas a palo seco. La ventaja o problema en este caso, que yo tengo, es que como de todo, no le hago ascos a nada. Así que, como sabía que podía comer una ensalada seca pues la comía. El resultado era que apenas comía ensaladas porque no me daban mucho más (y con razón).
Mi salvación llegó el año pasado, cuando empecé el segundo curso en la Escuela de Hostelería de Gijón. Además de estudiar y dar clases prácticas, todos los viernes dábamos un menú degustación que la gente de fuera de la Escuela podía ir a comer como si de un restaurante se tratase. Qué paso, que al ser un menú degustación que incluía 8 platos, siempre había una ensalada. Y ahí me perdí. ¡Qué buenas estaban todas! ¿Cómo podía ser eso una ensalada? Si una ensalada es lo mas rancio del mundo! ¡Ah, no! Esa era yo. Aparte de hacer una combinación de ingredientes que era la bomba, los aliños eran lo más de lo más. De ahí surgió el aliño de frutos secos y el mojocilantro por ejemplo.
Como acostumbro últimamente, os traigo una receta que me han enseñado en la escuela, una de tantas. Si veis que un día dejo de aparecer por aquí de repente y sin avisar, es que me han denunciado por plagio y estoy en chirona. Dejaré instrucciones a mi familia para que os den mi número de cuenta por si queréis contribuir con un eurillo para mi fianza.
Y dicho esto os pido un favor. NO COMÁIS UNA ENSALADA SIN ALIÑAR. Se puede comer, estoy de acuerdo. Pero una ensalada con un aliño potente… no tiene punto de comparación. Vamos con mi preferida, por el momento 🙂
Quizá resulte un poco trabajosa por el cuento de confitar los tomates y las patatas. Pero creedme, merece la pena. Para hacer esta ensalada 100% casera deberíamos haber hecho nosotros mismos el jamón o lacón, pero soy consciente de que para hacer una ensalada en casa para nosotros no merece la pena. Si hablamos de hacer una ensalada para 80 personas ya cambia la cosa, pero de momento así vamos servidos. Ahora vamos a usar lacón del que venden ya cortado en bandejas, pero no os preocupéis, veremos como se asa un jamón.
Ingredientes (para 2 personas):
- 2 patatas medianas.
- 2 tomates confitados.
- 80 gr de lacón.
- Mojocilantro.
- Mezclum de lechugas.
Elaboración:
- Confitamos las patatas.
- Confitamos los tomates.
- Hacemos el mojocilantro.
- Montamos la ensalada. Colocamos el mezclum, las patatas y el tomate cortado en cuartos en el fondo del plato. Colocamos encima lonchas de lacón y regamos con el mojocilantro.
- Servimos.
- Ensalada de patata, lacón y mojocilantro
Notas.
- Pongo cantidades aproximadas porque dependerá de los gustos de cada persona y de lo que queráis de cada ingrediente, lo ideal es una cantidad proporcionada de todo. Estas cantidades de tomate y patata por persona es para hacer una ensalada de entrante ligero, para terminar la comida con otro plato.
- Si no queréis confitar los tomates porque resulte trabajoso podéis pelarlos, despepitarlos, cortarlos en cuartos y pasarlos un poco por la sartén a fuego suave para darles ese aspecto y textura de cocinado. El resultado no será el mismo, pero es un apaño.
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