Me da un miedo terrible publicar esta información. Pensé en no hacerlo, porque creo que es una información que conocemos todos. Pero luego pensé: Sí, la conocemos todos, y aún así yo no lo ponía en práctica, no creía que resultase tan efectivo.
Por otra parte pensé que estamos aquí para aprender y a mí me gustaría que me hubieran contado esto. También me acordé de esa gente que no ha pisado una cocina en su vida y a las que va dirigida en gran parte esta página (aunque ellos aún no lo saben porque todavía no tienen el más mínimo interés en la cocina). Y ¡señores! hay que aprender a cocinar, aunque sean cuatro cosas, que de momento no he conocido a nadie que sobreviva sin comer.
Nosotros a lo nuestro. El perejil, esa planta tan común de la gastronomía española. ¿Quién no la conoce? Estoy segura de que todos y cada uno de vosotros, o la gran mayoría, cuando compráis o cuando os regala el pescadero un ramillete de perejil lo ponéis en agua para conservarlo. Bien, pues yo se lo había visto hacer a mi madre infinidad de veces y, aún así, no lo hacía. Suponía que no se conservaría mucho más de lo que se conserva en la nevera. ¡Error!
Si guardamos el perejil en la nevera se pondrá feísimo, ablandará, se pegarán las hojas entre sí y cogerá un color nada agradable. Os cuento una anécdota que me viene al pelo.
Navidades del año 2011. Había visto una receta fantástica para el postre de la cena de Nochebuena, ¡un postre que parecía una planta! Que descubrí en la página que os comentaba ayer, Chez Silvia. El postre no es más que una capa de bizcocho con helado por encima y cubierto de galletas Oreo trituradas para dar el aspecto de tierra. Cuando probé a hacerlo en casa me quedó una cosa así.
¿No es genial? Un postre para navidad con la flor de Pascua, ¡perfecto! (podéis ver la receta aquí).
Llegó el día y estaba todo preparado. Una planta para cada persona (y creo recordar que éramos unos 20), el bizcocho, el helado, las galletas, las pajitas para introducir el tallo… Y nos liamos en la cocina con ese jardín. El problema era que queríamos dejar los postres preparados y ¿cuál fue mi brillante idea? ¡Meterlas en el congelador! Sí, para que no se derritiera el helado y se cayera la planta. Por si todavía no os lo habéis imaginado, el resultado fue que nada más sacar las plantas y ponerlas en la mesa ¡las flores se desplomaron al instante! Un desastre total y absoluto, jajajaja.
Así que ya sabéis nada de guardar el perejil en la nevera. Si lo ponemos en un vasito con agua, como las flores, nos aguantará casi perfecto una semana. Con un color vivo, y unas hojas fuertes.
Poco más decir que no sepamos del perejil. Es una planta aromática, muy empleada en la cocina. Tiene vitaminas A, B1, B2, C y D, pero éstas se eliminan en gran parte durante la cocción. Así que para mantener sus propiedades y su aroma lo echaremos al final de los guisos. Si queremos echarlo durante el guiso como se hace para muchas cremas podemos guardar un poquito para echarlo al final como decoración y dar un toque de color, ya que el perejil cocinado pierde ese verde tan intenso.
Cómo conservar el perejil fresco:
- Para conservar el perejil fresco durante más tiempo simplemente lo pondremos en un vasito con agua, como si de un ramo de flores se tratase.
- Mejor si lo colocamos en un lugar luminoso.
- Podremos conservarlo en perfectas condiciones casi una semana entera.
Nota. También podemos congelar el perejil si vamos a tardar más de una semana en usarlo. Lo congelamos en una bolsa y simplemente lo sacamos y lo dejamos a temperatura ambiente para usar, descongelará rapidísimo. Evidentemente no tendrá misma textura que si estuviera fresco. Estará blandengue y feucho, pero mantendrá el sabor.
¿Sabías que… ?
El aceite esencial obtenido de las semillas del perejil se utiliza como aromatizante en la industria cosmética, en la perfumería y en jabones.
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