Mi historia con las natillas es la misma que con la pizza, el pescado, las verduras y un millón de cosas más. De peque no me gustaban y ahora ¡me encantan!
Además les tengo especial cariño por los recuerdos que me traen. Más bien EL RECUERDO. Antes de tener a Leo, el perrete tan guapete que os enseñé cuando os hable un poquito sobre mí, tuvimos dos perritos más. El segundo de ellos se llama Lucas, es un schnauzer enano y se quedó con mi madre cuando me emancipé. Lucas vino a casa con nosotros cuando nuestro primer perrito, Paco, murió. Le echábamos tanto de menos que adoptamos a otro igual que él. Pues bien, las natillas me recuerdan a Paco.
Cuando mi madre hacía natillas las hacía a lo grande, nada de recipientes individuales, ¡una fuente en condiciones! Recuerdo que siempre usaba la misma, una fuente de una vajilla que había sido de su madre. La vajilla era blanca con dibujos en los bordes. Era tal la “fuentada” de natillas de mi madre que incluso a veces tapaban parte del dibujo.
La casa en la que vivíamos tenía una cocina bastante pequeñita así que la distancia entre los muebles era mínima. La mesa pegada a la pared y las sillas bien ajustadas entre la mesa y la encimera. Ay, el día que se le ocurrió a mi madre dejar enfriando las natillas en la encimera muy cerquita de la silla… ¡Cuando llegamos a casa faltaba más de la mitad de la fuente! Yo no sé si pillamos a Paco in fraganti o era una fuente muy grande para un perro tan pequeño, pero el caso es que tuvo la consideración de dejarnos unas pocas. Evidentemente se fueron por el fregadero, Paco ya había comido bastante. Total que cada vez que pienso en natillas me acuerdo de aquel aliento a canela y esas barbas todas repegadas… jajajaja.
A lo que vamos. Las natillas son muy tontas de hacer. Digo tontas y no fáciles por una razón. El procedimiento no tiene ninguna ciencia, pero aún así podemos meter la pata.
Las natillas básicamente son una mezcla de huevos, leche y azúcar. Sin más. Luego están la vainilla, canela, cortezas de cítricos, chocolate… que son añadidos que empleamos para darle un toque diferente. Las natillas habitualmente se hacen con yema de huevo, sin clara, porque de esta forma quedan más sabrosas. También se le suele añadir algún espesante, como la maicena. En cuanto a esto hay diversidad de opiniones, hay gente que dice que unas natillas con maicena no son natillas si no crema pastelera. Hoy vamos a hacer un poquito de trampa y vamos a incluir maicena ya que no cambia el sabor y nos ayudará a conseguir un buen resultado. Personalmente sí me gusta echarle maicena porque de no hacerlo tendríamos que echar más yemas de huevo para que espesase y ya sabemos lo que sube el colesterol.
¿Por qué podemos fastidiar una mezcla de huevos, leche y azúcar? Si no hacemos bien el proceso se pueden cortar dando lugar a una mezcla granulosa y heterogénea es lugar de la mezcla cremosa y homogénea que deberíamos obtener.
¿Por qué se cortan las natillas? Por impaciencia. Suelen cortarse por una temperatura demasiado elevada o por los cambios de temperatura, esos que se producen en los momentos de ¡Ay!, tengo el fuego muy bajo, lo voy a subir. Vaya lo subí mucho… lo voy a bajar. Para remediar esto os aconsejo hacerlas al baño María. No mancharemos nada más y nos aseguraremos de tener un buen resultado que no se vaya por el fregadero.
Cómo la temperatura también juega un papel importante para esta receta os aconsejo usar huevos y leche a temperatura ambiente. Eso sí, la leche mejor que sea entera. Gracias a la mayor proporción de grasa de la leche entera conseguiremos unas natillas más consistentes y ligarán mejor.
Ingredientes (para 3-4 raciones):
- 3 yemas de huevo.
- 50 gr de azúcar.
- 1 cucharada de Maicena (mínimo rasa, si queremos las natillas más espesas la echaremos colmada).
- 500 ml de leche entera.
- 1 cucharadita de azúcar avainillado.
- 1 piel de naranja.
Elaboración:
- Lo primero que haremos será echar la mitad de la leche en un cazo y ponerla a fuego medio junto con la piel de naranja bien limpita. Removemos de vez en cuando hasta que veamos que va a alcanzar el punto de ebullición. Antes de que hierva la apartamos del fuego y dejamos templar.
- Mientras tanto separamos las yemas de las claras y las mezclamos en un bol con el azúcar y el azúcar avainillada. Debemos tener en cuenta que esta mezcla la haremos en un bol que podamos poner al baño María, así mancharemos lo menos posible.
- Una vez que el azúcar está bien mezclado con las yemas añadimos el resto de la leche (el que no tiene la naranja) y la maicena sin dejar de remover.
- Cuando esté todo bien homogéneo, y la leche que ha infusionado con la naranja haya perdido temperatura, la añadimos a la mezcla, removiendo continuamente.
- Ahora que tenemos la mezcla lista, la ponemos al baño María. Simplemente ponemos el recipiente con las natillas en uno mayor con agua. ¿Os acordáis? Aquí lo veíamos. No hace falta que el fuego esté
muy alto ni que hierva el agua, recordad que no queremos una temperatura elevada. A fuego medio estará bien. - Solo nos quedar remover con una cuchara de maderea. Lo haremos siempre en la misma dirección, continuamente hasta que espese, tardará unos 15-20 minutos. Acordaos de pasar la cuchara por el centro de vez en cuando, no se remueve solo en círculo, si no podría pegarnos por el medio.
- Una vez que la mezcla haya alcanzado el espesor deseado la echamos en los recipientes, dejamos enfriar a temperatura ambiente, tapamos con papel film y reservamos en la nevera hasta servir.
- A mí me gustan mas bien líquidas, como podéis ver en las fotos, pero si os gustan más espesas solo tenéis que dejarlas un poquito más al fuego o jugar con la cucharada de maicena, entre rasa y colmada.
Notas.
- Como veis esta es otra de las recetas en las que las claras nos quedan desperdigadas. No hay problema, las congelamos y listo.
- Ni qué decir tiene que las cantidades son orientativas. Tanto si las queréis más espesas como más dulces. En cuanto a los añadidos yo he echado piel de naranja, pero podéis echar piel de limón o las dos, o no echarla. Una rama de canela, una vaina de vainilla… Lo único que debemos tener en cuenta es que estos ingredientes los infusionaremos en la leche al igual que la naranja. Si queremos echar azúcar avainillado o esencia de vainilla lo incluiremos en la mezcla, el azúcar a la vez que el azúcar y la esencia con la leche que no va al fuego.
- Os recomiendo acompañarlas con unos frutos rojos. Cerezas, arándanos… ¡están de vicio!
Deja una respuesta