Me da un poco de vergüenza contar lo que os voy a contar. Pero… por otra parte, no me da ni pizca, eso es lo bueno del enfoque de A freír espárragos. Desde el primer día os dije que no sé cocinar. Sí, sé hacer recetas, pero no cocinar, así que tengo la ventaja de poder contaros cosas como las que os voy a contar hoy y no ponerme ni un poquito colorá.
La publicación que tenía pensada para hoy no era esta, era una receta muy sencilla y rica que lleva pimientos asados. Así que el miércoles fui a hacer una compra de última hora para aprovisionarme con los ingredientes. Cogí lo que tenía que coger y ¡pimientos asados de bote!
Sí, lo admito… Os iba a enseñar una receta con pimientos asados de bote. ¡Cómo iba a saber que era tan fácil asarlos! Como ya os dije un montón de veces mi ignorancia en la cocina es enoooooooooorme. Cuando al día siguiente descubrí que asar pimientos era la cosa más fácil del mundo mundial pues… tuve que organizarme de nuevo. Así que eso es lo que vamos a aprender hoy.
Los pimientos que asaremos son los pimientos de toda la vida, ese que podemos encontrar rojo, verde y amarillo. Son los mejores para este fin porque son los más carnosos.
Ingredientes:
- Pimientos para asar.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal.
Además necesitaremos:
- Una bolsa de plástico como las de congelar.
Elaboración:
- Encendemos el horno a 200º, con calor arriba y abajo.
- Lavamos y secamos los pimientos.
- Disponemos los pimientos en una fuente apta para horno. Los regamos con un buen chorro de aceite de oliva y les echamos un poco de sal.
- Metemos los pimientos al horno y bajamos el fuego a 170º-180º. Dejamos hacer durante media hora.
- Cuando pase esta media hora los sacamos, les damos la vuelta con ayuda de unas pinzas y devolvemos al horno otra media hora. De esta forma conseguimos que se hagan por todos los lados por igual.
- Pasado el tiempo sacamos los pimientos y los metemos en una bolsa de plástico. Lo haremos después de sacarlos del horno, mientras están caliente. Así sudarán y será más fácil sacarles la piel.
- Reservaremos el líquido que nos ha quedado en la fuente al asar los pimientos.
- Esperamos a que enfríen o templen un poquito para no quemarnos. Veremos como al sudar sueltan todo el jugo del pimiento y se va acumulando en el fondo de la bolsa.
- Cuando hayan templado abrimos la bolsa y añadimos el líquido que han soltado al líquido del horno que habíamos reservado. Nos dará un sabor muy bueno para multitud de recetas.
- Disponemos los pimientos en un plato y los pelamos. La piel saldrá prácticamente sola. No tendremos que hacer más que tirar con los dedos. En algunos incluso nos saldrá la piel entera.
- Una vez pelados abrimos como si fuera un libro y quitamos las semillas. Nos podemos ayudar con el dorso de una cuchara (no cuchillo, para no cortarlo) o con las manos bien limpitas.
- Ya tenemos nuestros pimientos preparados. Ahora solo queda cortarlos en tiras… o no. Según lo que queramos hacer con ellos.
Nota. Como el horno alcanza una temperatura considerable y el pimiento suelta mucho jugo, en contacto con el aceite chisporroteará un poco, por lo que nos puede manchar el horno. Si os da pereza podéis asarlos con papel de aluminio. Simplemente envolveremos cada pimiento en papel de aluminio y lo hornearemos durante media hora. Pasada esta media hora apagamos el horno y los dejamos dentro hasta que enfríen. El resto es igual. Personalmente prefiero hacerlos sin aluminio porque así se tuestan un poquito y podemos disfrutar de ese toque ahumado característico de los pimientos asados.
Deja una respuesta